PRÓTESIS TOTAL DE RODILLA
 
 

¿Qué es una Prótesis Total de Rodilla?

La prótesis total de rodilla (artroplastia total de rodilla) es un sistema artificial para reemplazar la articulación de la rodilla deteriorada por artrosis (desgaste).
 
  Se sustituyen las superficies de rozamiento tanto del fémur (componente femoral) como de la tibia (componente tibial) que están desgastadas y producen dolor y limitación de movimiento. Entre ambos componentes metálicos se coloca un polietileno de alta resistencia para facilitar el deslizamiento y disminuir el desgaste. Actualmente disponemos de prótesis personalizadas hechas a medida de cada paciente (ver ConforMIS).

Prótesis de rodilla personalizada (ConforMIS).

 
      Esta nueva articulación va destinada a aliviar el dolor, mejorar  la movilidad y, en algunos casos, corregir angulaciones excesivas de la rodilla.

¿Cuándo se coloca una prótesis total de rodilla?

Generalmente por artrosis de rodilla (desgaste) en personas mayores (a partir de 65-70 años). 
 
Pero también en gente más joven como consecuencia de traumatismos previos, extirpación completa de menisco precoz, artritis reumatoide y otras alteraciones mecánicas de la articulación.

¿De qué material está hecha la prótesis? ¿Cuánto dura una prótesis?

Actualmente, las partes metálicas se realizan de titanio o con aleaciones de cromo-cobalto-molibdeno. La superficie de rozamiento (par de fricción) es un poletileno de alta resistencia.
 
De cualquier modo, aunque cada vez duran más, las prótesis no dejan de ser sistemas artificiales que se desgastan con el uso. Hoy en día suelen durar entre 10 y 20 años. Tras ese tiempo, las que den problemas, se deben recambiar.
Las modernas prótesis personalizadas (ConforMIS) consiguen un ajuste perfecto gracias a la tecnología de impresión 3D. Esto favorece menos molestias y mayor durabilidad de los implantes.
 

¿Cuál es el procedimiento?

Antes de la intervención deberá estar en ayunas. Su traumatólogo le indicará la hora de la última comida. Después de esa hora no debe comer ni beber nada, ni agua. 

 

Al ingresar, una enfermera le colocará un suero en una vena del brazo para reponer las pérdidas de líquidos, así como para administrarle antibióticos y otros fármacos. La operación tiene lugar en un quirófano estéril. La anestesia puede ser raquídea (en la zona lumbar para dormir las piernas, conocida como “epidural”) o general, dependiendo de cada caso en particular. La intervención se realiza con el paciente tumbado boca arriba en la mesa de quirófano con unos apoyos especiales para la pierna afectada. Este tipo de cirugía puede presentar pérdidas de sangre que necesiten una transfusión, aunque no es lo habitual; eso estará previsto de antemano.

 

Tras la intervención usted pasará a su habitación. Llevará un drenaje en la herida para recoger la sangre. Eso consigue que no se acumule en la rodilla y a la vez, mediante un sistema  de filtrado, se puede volver a utilizar esa sangre a modo de “autotransfusión” para minimizar las pérdidas. Se aconseja que no realice movimientos  bruscos ni se levante hasta que se retire el drenaje (48 horas). Debe colaborar con el personal de enfermería para moverse en la cama usando una barra metálica que hay sobre su cabecera, a la que puede sujetarse con los brazos, usando también su pierna no operada. De esta manera podrá levantar las nalgas de la cama, lo cual es importante para prevenir la formación de úlceras y usar el orinal de cama (cuña).

 

El día siguiente de la intervención se dedica a controles médicos: pérdidas de sangre, control de dolor, medicación antibiótica, control radiográfico… Debe permanecer en cama todavía.

  

A las 48 horas de la cirugía se realiza la primera cura de la herida, se retira el drenaje y se autoriza para sentarse y empezar a caminar con ayuda de un andador o dos muletas. La primera vez debe ir poco a poco para evitar mareos: incorpore el cabecero de la cama, siéntese en la cama con las piernas colgando, póngase de pie junto a la cama apoyado en en andador e inicie la marcha apoyando completamente la pierna operada. Puede entonces sentarse en una silla, ir al baño y pasear por dentro y fuera de la habitación. Descanse cuando lo necesite. Eleve la pierna operada si se hincha.

 
Si va caminando y los controles médicos son correctos será dado de alta al 3º o 4º día de la cirugía. Se le indicará entonces todo lo que debe hacer en casa: curas y cuidados de la herida, medicación que debe tomar, ejercicios y fisioterapia necesarios, así como su fecha para la primera revisión en la consulta de su traumatólogo, aproximadamente a las 4-6 semanas.
 

¿Cuándo se vuelve a la normalidad?

Al alta deberá realizar ejercicios de fisioterapia dirigida a potenciar la musculatura del miembro inferior, ganar movimiento en la rodilla (extensión completa y flexión de al menos 90º) y a retirar progresivamente el andador o las muletas. Eso suele suceder a las 4-6 semanas.
A partir de los 1 ó 2 meses, según el caso, ya puede:
  • conducir el coche, dependiendo de qué pierna sea la afectada
  • mantener relaciones sexuales (con cuidado)
  • retomar sus aficiones: pasear, bicicleta, cuidar el jardín, bailar, nadar…
  • empezar a hacer las labores de la casa de forma progresiva; evite estar mucho tiempo de pie
Tras la intervención deberá realizar controles en la consulta de su traumatólogo con cierta periodicidad, algunos de ellos con radiografías. Este seguimiento evitará posibles problemas a largo plazo.

 
… y recuerde, ante cualquier duda, consulte con su traumatólogo.
 
AVISO: Los contenidos de este documento son para su información y no sustituyen en ningún momento el consejo de su médico. Recomendamos siempre la consulta con el especialista y no nos hacemos responsables de problemas derivados de malinterpretaciones del contenido de este documento.
© Dr. Eduardo J. DELGADO TORNÉ. 2023

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